Para que la electricidad llegue a donde nosotros estamos, fueron necesarios cientos de kilómetros de cableado. El punto de partida es la central energética que le dio origen y el destino final, nuestras casas.
La energía eléctrica se produce en las centrales a una tensión de hasta 25.000 voltios (V), pero, al salir, pasa por una estación transformadora, donde se convierte a tensiones de hasta 500.000 V. Esto es excesivo y sumamente peligroso para el uso que se le dará después. Por eso durante su recorrido, en distintos puntos de la red (subestaciones) se disminuye el voltaje a los niveles adecuados. En nuestro país, la tensión que se utiliza en los hogares es de 220 V.
El transporte de energía eléctrica que sale de las centrales se lleva a cabo en las líneas de alta tensión (gruesos cables de cobre o aluminio o aleaciones ligeras, con acero para aumentar la resistencia mecánica) aéreas, sostenidas por las torres. En las estaciones terminales esta corriente es transformada y distribuida a los consumidores mediante una red de líneas de baja tensión, generalmente subterráneas.
La energía eléctrica se produce en las centrales a una tensión de hasta 25.000 voltios (V), pero, al salir, pasa por una estación transformadora, donde se convierte a tensiones de hasta 500.000 V. Esto es excesivo y sumamente peligroso para el uso que se le dará después. Por eso durante su recorrido, en distintos puntos de la red (subestaciones) se disminuye el voltaje a los niveles adecuados. En nuestro país, la tensión que se utiliza en los hogares es de 220 V.
El transporte de energía eléctrica que sale de las centrales se lleva a cabo en las líneas de alta tensión (gruesos cables de cobre o aluminio o aleaciones ligeras, con acero para aumentar la resistencia mecánica) aéreas, sostenidas por las torres. En las estaciones terminales esta corriente es transformada y distribuida a los consumidores mediante una red de líneas de baja tensión, generalmente subterráneas.